Un Rey es solo una persona, un simple mortal, pero su autoriad es divina, no proviene de los hombres sino de Dios. Por esa razón esta por encima de todas las leyes, incluso por encima de la Constitución Nacional.
No se puede juzgar al Rey, mucho menos condenarlo.
¿Entonces para que pide perdón, si sabe que no lo pueden condenar?
El Rey es la autoridad de Dios puesta en una persona, se supone que debería cumplir con lo que Dios manda. Matar por placer, por el simple gusto de hacerlo, no parece la forma de cumplir, mas bien es una forma de vivir en el pecado.
Los Reyes acostumbran a matar, antes pueblos originarios y bisontes en la oscura América, ahora elefantes indefensos en la exótica Botswana.
El Rey es un pecador y también un hipócrita, pide perdón a quien no puede condenarlo.
¿No debería la santa Iglesia, administrar el juicio al criminal pecador perverso, que mataba por poder hace 500 años en la colonización y el saqueo y ahora con un balazo en el ojo durante su ocio pervertido?
¿No debería castigar al Rey la misma Iglesia que me cuestiona porque uso forro cuando hago el amor, que castiga mi elección sexual, que condena el aborto inevitable? Esta Iglesia que mandó a matar a Giordano Bruno y a Juana De Arco por no reconocer estas mismas leyes que ahora el rey viola con pervertido placer.
El Rey es asesino y cobarde, se somete al juicio de los que no pueden condenarlo, mientras tanto, su juez natural, lo protege con la sombra de la Cruz, como hace mil años, o quinientos o ayer o siempre.
Por Jorge Derra
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